En los últimos meses he trabajado como parte del equipo profesional
que ha elaborado la publicación denominada “Mujeres del Sector EcológicoAndaluz. Visibilización y Empoderamiento”, de la Asociación Red Andaluza deDinamizadoras de Consumo Responsable y Alimentación Ecológica.
Esta guía es un
expositor de 35 historias de vida de mujeres muy diferentes, ligadas al sector
agrario, que por el enfoque de sus discursos, sus vidas y proyectos personales/empresariales nos hablan
de sostenibilidad pero también de la importancia del género, de la ruptura de las
construcciones sociales convencionales sobre el mismo y nos permite conocer también
la diversidad de valores e interpretaciones
que las entrevistadas realizan con respecto al trabajo, la participación, la
familia, el espacio personal, etc.
Pero la guía lleva dos coletillas que no pasan
desapercibidas: Visibilización y Empoderamiento... y en su momento me pregunté
si una publicación podría cubrir estos dos objetivos, para qué y en qué medida,
por lo tanto:
¿Visibilizar y Empoderar?
Visibilizar: porque conocer opiniones y experiencias de
las mujeres nos permite acercarnos más a su día a día, ser más fiel a la
realidad social, económica y laboral que les afecta y, por tanto, opinar,
planificar y actuar en consecuencia.
Empoderar: en El Cultural de EL PAIS de 2002, DulceChacón comentaba que lo peor de la tiranía del silencio es que se haga
costumbre. Compartir experiencias, dejar hablar/querer hablar para decir quiénes
somos, rompe el silencio que nos oculta y ayuda a cambiar las cosas. Mejorar
las oportunidades individuales y colectivas de las mujeres supone reconstruir nuestro género, y esto es resultado de un proceso de representación y
autorepresentación. Cuando comencé a trabajar introduciendo la perspectiva de género
en mi campo de actividad el concepto de empoderamiento me planteó serias dudas,
no desde su utilidad sino desde la comprensión del mismo. Muchas de las
referencias que leía no me aclaraban nada y otras me elevaban a la caracterización
de ciudadanía activa en abstracto, difuminándose las cuestiones de individualidad, colectividad, género, feminidad....
Tras muchos avatares llegué a
comprender que este es un proceso de cambio continuo, de equilibrio dinámico determinados
por la autonomía personal, la capacidad de tomar decisiones, del grado de
concienciación (con respecto a nosotras mismas –qué visión tenemos de nosotras
mismas ¿nos aceptamos? ¿tenemos la capacidad de cambiar/mejorar?; con respecto a
nuestros actos -¿entendemos las razones
de nuestras decisiones, de lo qué hacemos y lo que no?-; y con respecto a lo que
nos rodea -¿tenemos libertad para decidir/para hacer en nuestro ámbito familiar,
laboral, en el ámbito político, etc.? ¿se está limitando de alguna manera
nuestro acceso a los distintos recursos o se están limitando nuestras
oportunidades? ¿que normas o pautas culturales me están restringiendo mi
capacidad de ser o de hacer?¿soy consciente de qué existen limitantes? ¿estoy
decidiendo sobre cuestiones relevantes en mi vida? ¿en qué condiciones estoy
eligiendo? ¿soy consciente de que la capacidad de elegir implica la existencia
de alternativas? ), en definitiva, todo esto me sugiere el grado de habilidad, mi capacidad para hacer mis
elecciones vitales “estratégicas” –como diría Kabeer- y ese grado, que Kabeer
identifica como “expansión de la habilidad” para hacer esas elecciones, es en
definitiva, el empoderamiento.
No es mi intención hacer un artículo profesional sobre el
empoderamiento, para eso hay un montón de especialistas en la materia que
pueden conceptualizarlo, debatirlo y afinarlo inifinitamente mejor que yo, pero
era importante reflejar mi reflexión sobre eso, ya que trabajar con este estandarte me obligaba a ser coherente conmigo, con mis valores, y ser honesta con el grupo de mujeres entrevistadas y el público que disfrutaría del resultado del proyecto y, por supuesto, me ayudaría a enfocar la construcción del artículo.
Efectivamente, en la portada se hace referencia a dos valores indispensables y es porque la guía conforma ese espacio donde escuchar
parte de esas voces que se representan a sí mismas –se autorepresentan- y
representan a las mujeres del sector ecológico, desafiando, por sus trabajos,
sus conocimientos, sus propuestas, sus prácticas o simplemente por su forma de
ver el mundo, a los estereotipos o las ideas naturalizadas sobre lo que
significa ser mujer. Para finalizar, a todo ello se suma que el conjunto de experiencias nos acerca a los distintos modos de construir un
sector, el sector ecológico, a las distintas necesidades que se crean en torno
al mismo y nos abre todo un horizonte para seguir trabajando en igualdad y
sostenibilidad.
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